Reformas 2.0 en América Latina: lograr crecimiento con desarrollo
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Madrid, España. 28 mayo, 2016. En muy poco tiempo el tinte de los análisis sobre la situación económica latinoamericana ha cambiado radicalmente. El panorama, en este momento, se valora de manera completamente opuesta a la que, hasta hace muy poco, se consideraba como la década “dorada” o “prodigiosa”. Frente al periodo de crecimiento y prosperidad inédito en la región, de 2003 a 2013, en la actualidad todos los organismos internacionales coinciden en señalar la situación de “muy preocupante”.
La bonanza continuada de esta década se reflejó, de inmediato, en los índices de crecimiento latinoamericano, por países.
regional ya era significativa, pues el ritmo en este período fue del 5,4 %, es aún más llamativa si la comparamos con el promedio en la OCDE, el cual no superó el 2,3%.
Frente a esta situación, en los últimos años, las economías regionales experimentaron tasas de crecimiento relativamente bajas, de entre 2 % y 2,5 % del PIB y la tendencia se manifiesta a la baja ya que no puede dejar de señalarse que 2015 es el tercer año consecutivo de descenso y 2016 presenta todos los visos de presentar los mismos malos resultados o peores, como así afirma el FMI. Este organismo ha rectificado, por segunda vez, en este año, a la baja su previsión para América Latina de manera considerable. Según dicho organismo el PIB agregado de la región, en su conjunto, se contraerá un 0,5 % en 2016.
Este contraste de datos es significativo, pero no puede sorprender. Muy al contrario, era un problema previsible. Los motivos son “un entorno internacional desfavorable en los últimos cinco años, por los bajos precios de las materias primas, la desaceleración económica de China, el encarecimiento de la financiación externa
y las limitadas entradas de capitales por políticas monetarias en Estados Unidos”. La peor situación posible para economías que dependen de los precios del mercado internacional, concretamente de los precios de las materias primas, ya que su modelo productivo es agroexportador, basado en uno o dos productos y volcado en uno o dos mercados a lo sumo. La vulnerabilidad de las economías latinoamericanas, debido a esta ultra dependencia, hacía previsible y nada sorprendente que, ante los vaivenes de la coyuntura del mercado internacional, esta demanda descendiera abruptamente y tendría una grave e inmediata repercusión en dichas economías. Una situación que puede empeorar atendiendo a la situación del mercado internacional, del cual depende buena parte de las economías latinoamericanas, ya que “el crecimiento económico de América Latina podría ser aún más bajo ante una desaceleración más profunda del
crecimiento de China y, en menor medida, por un endurecimiento más rápido de las condiciones financieras de Estados Unidos”.
El principal problema es que, en estos años de bonanza, no se han realizado las reformas estructurales que fueran modificando progresivamente el modelo productivo latinoamericano. Lejos de ello, ha tenido lugar una reprimarización de dichas economías.
El reto no es recuperar el crecimiento, de la década pasada, sino lograr el desarrollo. Se precisa un cambio estructural en el modelo de desarrollo, basado en la competitividad que se lograría mediante la educación cualificada, infraestructuras o inversión en altas tecnologías con el fin de llegar a diversificar el aparato productivo, agregando mayor valor a las materias primas.
Ante estos retos, este informe pondrá de manifiesto que la discusión no se basa necesariamente en llevar a cabo una industrialización, como se está repitiendo en estos últimos meses. De hecho, la industria no es necesariamente la respuesta. Lo más importante es tener presente que sea cual sea la actividad económica, y eso dependerá de la demanda de los mercados, es imprescindible ser más competitivos, productivos e
innovadores para lo cual es a su vez imperioso invertir en capital humano (educación) y en capital físico (infraestructuras).