Consecuencias del Brexit
Por LLorente & Cuenca.
Madrid, España. 24 junio, 2016. El Reino Unido votó el 23 de junio su salida de la Unión Europea. Con esta decisión, se pone fin a la pertenencia del país en las instituciones europeas, que se inició en 1973. A partir de este momento, se inicia un proceso incierto tanto en el contenido, como en su impacto como en el plazo en el que se realizará. El 28 y 29 de junio, el Consejo Europeo analizará la situación tras el referéndum.
La reacción en los mercados ha sido inmediata con la caída de la libra esterlina y del euro frente al resto de monedas y las bolsas internacionales entrando en números rojos.
En esta nota técnica, hacemos un primer análisis sobre el proceso de salida, el impacto en las relaciones comerciales y económicas, y las consecuencias que pueda tener para las elecciones generales del 26 de junio en España.
Brexit: un proceso ordenado
El artículo 50 del Tratado de la Unión (TUE) establece el mecanismo para negociar la salida de un Estado miembro que lo solicite voluntariamente. Según este artículo, el Reino Unido debe notificar su decisión al Consejo Europeo para iniciar el proceso. Tras la notificación, se establece un plazo de dos años para fijar las condiciones de la salida “teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la UE”. Por parte de la Unión, será la Comisión quien lleve la negociación que derivará en la firma de un tratado internacional. Este tratado tiene que ser aprobado por el Parlamento Europeo.
El TUE favorece el poder negociador de la Unión frente al saliente. Esta circunstancia ha provocado que algunos expertos apunten la posibilidad de que el Reino Unido no invoque el artículo 50 sino que busque una negociación bilateral en otro marco. Esta posibilidad es poco realista: la Comisión no aceptará en ningún caso que se produzca.
Hasta el momento en que se ratifique el tratado, el derecho comunitario sigue teniendo plena vigencia en el Reino Unido. El impacto inmediato, por tanto, en la situación legal de las empresas y personas de la UE allí y de los británicos en territorio europeo no se verán afectados.
La negociación establecerá el nuevo estatus para cada uno de los sectores y la nueva fórmula de relación entre ambos.
Fijándonos en las alternativas que existen en la actualidad, existen tres escenarios:
- El más probable es la negociación bilateral de determinados acuerdos comerciales, como Suiza o, en menor medida, Canadá. Este país se ha sumado a varias políticas europeas que facilita la libre circulación de mercancías, personas y capitales. Recordemos que Schengen es un tratado internacional al que se pueden sumar países sin necesidad de pertenecer a la UE.
- La integración en el Espacio Económico Europeo (EEE). De este modo, la mayor parte del acervo comunitario, sobre todo lo referido a mercado interior, seguiría vigente. La diferencia respecto de la situación actual es que Reino Unido tendría que aceptar regulación de la UE en cuya negociación no ha participado. Tendría un estatus similar a Noruega.
- La opción menos probable es que recurra a una relación de carácter multilateral. En la actualidad, la Organización Mundial del Comercio, por ejemplo, es un marco institucional en el que se negocian acuerdos internacionales para regular las relaciones entre países. La alta integración de Reino Unido con la economía europea hace poco aconsejable este marco de relaciones.
El plazo establecido por el artículo 50 de dos años es para la negociación del acuerdo. A partir de ese momento, habría que ratificar el acuerdo por parte de todos los Estados miembros y el país que abandona la Unión. Este proceso debe completarse para que entre en vigor y podría alargarse durante meses. Por otra parte, el mismo tratado puede establecer periodos transitorios para que el nuevo estatus se implemente según sectores o según políticas.
Por tanto, es esperable que la reacción negativa de los primeros días deje paso a una situación de calma. El euro y, sobre todo, la libra permanecerán por debajo de los niveles previos al Brexit. Conforme avancen las negociaciones y se vea las dificultades que habrá en las relaciones comerciales entre ambos, se podrán tomar decisiones de inversión o deslocalización.
El derecho comunitario está incorporado dentro del ordenamiento jurídico británico por lo que las “reglas del juego” seguirán vigentes hasta el momento en que el país empiece a aprobar regulación propia. Si permanece en el EEE, estos cambios regulatorios estarían restringidos a las materias sobre las que tengan competencias. El resto, seguiría en manos de Bruselas.
Situación en Reino Unido
El nuevo primer ministro tendrá que afrontar un nuevo pacto social en el país. El Brexit ha abierto brecha tanto en el nivel político (sobre todo, en el Partido Conservador), a nivel territorial y a nivel generacional. Recomponer la cohesión interna será una tarea que tendrá que compaginar con la negociación en Bruselas.
Brecha política
Las consecuencias políticas en el Reino Unido no se han hecho esperar: el primer ministro, David Cameron, ha anunciado su dimisión por su fracaso pidiendo la permanencia.
El Partido Conservador, con mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, ha estado tradicionalmente dividido ante la relación con Bruselas. El pragmatismo les hacía más favorables a estar en la UE siempre que la relación fuera prioritariamente multilateral entre los países. Los intentos de avanzar hacia la supranacionalidad siempre han sido recibidos negativamente lo que hacía crecer el euroescepticismo en el partido.
La victoria del No a Europa y la dimisión de Cameron sitúa al partido ante una crisis interna que deberán resolver en las próximas semanas.
A la derecha de los tories, aparece el gran triunfador del referéndum: el partido de ultraderecha UKIP. Han conseguido ir subiendo en apoyo popular en los últimos años y han conseguido que las urnas refrenden su gran apuesta desde hace años: que Reino Unido abandone la UE. El discurso antiinmigración y nacionalista de su líder, Farage, ha conseguido capitalizar la atención de los votantes por el brexit. Este resultado les refuerza de cara a unas próximas elecciones legislativas.
El Partido Laborista, abiertamente proeuropeo (aunque no eurofederalista), vio como una de sus diputadas era asesinada en plena campaña. El efecto de solidaridad a la causa de la diputada no se ha materializado. Ante la crisis de liderazgo en la derecha, los laboristas parecen reforzarse y aumentar sus expectativas electorales. Tendrán que superar la división interna que Corbyn (demasiado a la izquierda para algunos) supone en el sector moderado del laborismo para afrontar la nueva etapa.
Brecha territorial
El conflicto político se extiende más allá de los partidos. El resultado muestra una división del voto territorial muy nítida. A favor de la permanencia está Escocia, Irlanda del Norte y Londres. En contra, Inglaterra y Gales. En el gráfico de The Economist de esta página, se distingue estas diferencias.
La crisis territorial se ha cristalizado en las últimas horas en las declaraciones de la primera ministra de Escocia, que ha aprovechado el resultado de la votación para pedir un segundo referéndum de independencia. Sturgeon ha declarado que Escocia “se enfrenta a salir de la UE contra su voluntad” y que tomará “todos los pasos necesarios para asegurar que se tenga en cuenta lo votado. El conflicto territorial cobra pues relevancia de nuevo ante una Escocia muy favorable a la pertenencia a la Unión Europea.
En Irlanda del Norte también ha habido líderes políticos que defendían un referéndum de autodeterminación si había brexit. De producirse, el resultado aquí sería más incierto.
Brecha generacional
Los jóvenes de todos los partidos (salvo del UKIP) han votado mayoritariamente por la permanencia en la Unión Europea. Las personas de más edad han sido las que han decantado el voto hacia la salida, según refleja el gráfico de YouGov de más abajo. Podemos interpretar que las generaciones de mayor edad han decidido, en contra de su voluntad, en qué marco se desenvolverán los jóvenes británicos en los próximos años.
La clara diferencia de estas generaciones resulta esclarecedora de cómo se percibe la Unión por parte de cada tramo de edad. Las personas mayores, que se han beneficiado de las ventajas de la integración económica, han optado por el mensaje utópico del brexit. Los jóvenes, beneficiados de la libre circulación de personas, más integradas en la sociedad global, querían mantener los vínculos con el resto de países europeos.
Impacto en las elecciones españolas
El proceso del brexit no ha tenido seguimiento relevante en la opinión pública española. El 64% de los españoles confiaba en que ganaría la permanencia lo que explica en buena medida esta indiferencia. Sólo cuando algunas encuestas comenzaron a dar ganador al brexit, comenzó a ganar visibilidad en la agenda pública.
Una vez conocido el resultado, desde los medios de comunicación y la política se ha extendido la visión de incertidumbre sobre el futuro. La insinuación de una nueva recesión en 2017 se está extendiendo en los primeros análisis que están apareciendo.
Aparte del impacto económico y financiero, el Brexit afectará también a las empresas españolas con negocio en el Reino Unido. Por una parte, la salida del país de la UE puede afectar a las relaciones contractuales existentes, Por otra parte, y desde una perspectiva laboral y fiscal, el Brexit también podrá tener un impacto importante en términos de extranjería. Aquellas empresas españolas que empleen a trabajadores británicos o que envíen a trabajadores españoles a Reino Unido deberán ser conscientes de las implicaciones laborales y fiscales que tiene el Brexit para sus empleados.
Este tipo de situaciones de incertidumbre tienden a provocar un efecto favorable al estatus quo, es decir, a apoyar al Gobierno. Como reacción, el voto en torno a la alternativa también puede movilizarse, en este caso, Unidos Podemos.
Los sondeos que se vienen publicando durante la última semana de campaña electoral, reflejaban ya un repunte en el apoyo a ambos con alta movilización de sus electores, por lo que es dudoso el efecto adicional que pueda tener el Brexit. El PP puede beneficiarse de un cambio en el voto de un porcentaje pequeño que hubiera ido a Ciudadanos.
Por tanto, la conclusión más evidente es que el Brexit eleve la participación el 26 de junio, atrayendo a determinados abstencionistas. Los pequeños cambios en el porcentaje tendrán que esperar al domingo para ver cómo se distribuye y a qué partidos beneficia.